Por Agustina Garino*
El 2019 es un año complejo para el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Dentro del plano nacional, en el mes de octubre, se desarrollarán las elecciones presidenciales en medio de un contexto cargado de críticas y un partido que sufre los desgastes lógicos de tantos años en el poder. La oposición sostiene que la presentación de Evo Morales por cuarta vez como candidato es inconstitucional[1]. A diferencia de las anteriores campañas electorales, el MAS adopta un plan de gobierno con tendencia a la moderación. Esto tiene varias explicaciones, principalmente se debe a los intereses del electorado medio. Este sector no busca transformaciones estructurales sino que su interés mayoritario se orienta a mantener las actuales condiciones tanto a nivel político, económico y social. En este sentido, es importante destacar que los principales aspirantes a la presidencia de Bolivia, Evo Morales, Carlos Mesa y Oscar Ortiz formaron parte del gobierno del MAS en diferentes períodos y han tenido en el pasado relaciones de colaboración. En tanto, el candidato de la derecha, Samuel Doria Medina quien recibió la mayor cantidad de votos en la elección del año 2014, no se ha presentado. Hacia finales del año pasado trabajó en pos de unificar a la oposición pero no logró resultados favorables, por ello y entendiendo que una cuarta derrota no sería favorable para su imagen política, decidió enfocarse en las elecciones subregionales del año 2020. De esta coyuntura se desprende, que a diferencia de Argentina, Brasil y Ecuador, en el caso de Bolivia no hay señales de un campo electoral polarizado sino más bien una tendencia centrípeta. Si bien en un momento la oposición buscó centrar la contienda electoral en el clivaje Democracia-Dictadura, esto poco a poco se fue diluyendo (Díaz Arnaud, O.).
Para comenzar con el análisis sobre la situación regional y el rol de Bolivia, se debe mencionar que este año en América Latina se renuevan otros cinco mandatos presidenciales, Argentina, El Salvador, Guatemala, Panamá y Uruguay. Los comicios de Argentina revisten relevancia para el país al ser uno de los principales socios estratégicos. En reiteradas ocasiones Morales se ha mostrado preocupado por la situación de la economía Argentina, principalmente por la implementación de medidas de corte neoliberal y las consecuencias del rescate del FMI. Luego de las PASO, se muestra al binomio Fernandez-Fernandez como posible ganador de las elecciones presidenciales. De confirmarse esta tendencia, el MAS recuperaría un gran aliado político frente al giro a la derecha de la región. Otro de los gobiernos que renovará el mandato presidencial es Uruguay. Posiblemente el Frente Amplio gane en estos comicios. Este escenario es valorado positivamente por el gobierno de Morales al comprender que mantener el mismo signo político colaborará en fortalecer los lazos con un aliado moderado. Cabe destacar, que en el caso de la crisis Venezolana, Uruguay ha sido uno de los pocos países de la región que no ha reconocido a Juan Guaido como presidente interino y ha emitido un llamado a la concordia, a favor del respeto por la soberanía nacional.
A nivel regional se afronta un contexto de transición, entendiendo que las alianzas vecinales se han modificado. Los gobiernos “progresistas” han sido vencidos en la mayoría de las elecciones presidenciales desde el año 2014, dejando al gobierno boliviano como uno de los últimos referentes del modelo de integración que imperó desde comienzos del siglo XXI en América Latina que fuera conceptualizado como post-liberal (Sanahuja, 2010) o post-hegemónico (Riggirozi y Tussie, 2012). Es así, que Evo Morales como cabeza de Estado y luego de 13 años en el gobierno debe recalcular su posición frente a la región. En lo discursivo, no deja su impronta revolucionaria pero en la práctica adopta decisiones moderadas, especialmente si se contrastan las decisiones frente a su primer mandato (2006-2009). El presidente debe contener sus discursos para mantener buenas relaciones con sus socios y vecinos regionales adonde destina el total de sus exportaciones de gas y quienes además tienen la posibilidad de dilatar o no el ingreso pleno del país al MERCOSUR[2].
Este pragmatismo se vio plasmado con la presencia de Morales en el acto de toma de poder presidencial de Jair Bolsonaro junto a la reafirmación de Brasil como socio estratégico así como en la autorización del pedido de extradición del italiano Césare Battiste y en el apoyo al acuerdo con la Unión Europea. A su vez, en referencia a la situación del gobierno de Nicolás Maduro existe una dualidad. En lo discursivo mantiene la defensa al gobierno pero en la práctica pretende distanciarse paulatinamente de Venezuela. En esta línea, Morales no ha enviado emisarios del gobierno al Foro de Sao Paulo que se desarrolló la última semana de julio en la ciudad de Caracas. Ha viajado la Secretaría de Relaciones Internacionales del MAS, Juanita Ancieta. Esto fue bien reconocido en las declaraciones del presidente brasilero: “Bolivia está dando señales de querer apartarse del Foro de Sao Paulo”. Los dichos y advertencias de Bolsonaro se relacionan directamente con los intereses comerciales de Bolivia en el mercado brasilero, uno de los principales compradores de gas. Este es un tema apremiante para el gobierno dado que hacia finales de año se vencen los contratos más importantes de venta de este fluido. Brasil ha dado una señal de alerta en preparación de la renegociación restringiendo la posibilidad de compra de gas a Bolivia o por lo menos sugiriendo renegociar los contratos para obtener una posición más favorable. Para comprender las relaciones entre países vecinos es indispensable enfatizar que el 62% del total de gas exportado por Bolivia, tiene como destino principal a Brasil con un valor de exportación de alrededor de USD 4000 millones.
En cuanto al acuerdo MERCOSUR-UE, vale remarcar que a comienzos de este año el Ministro de Comercio boliviano, Benjamín Blanco, viajó con una comisión a Bruselas con el objetivo de comenzar las negociaciones de un posible convenio complementario, al surgir la posibilidad de unirse al bloque de Perú, Colombia y Ecuador. Funcionarios bolivianos justificaron las negociaciones mencionando que el país ha liderado el crecimiento en América Latina desde hace varios años y es un mercado interesante para la inversión europea. Es fundamental entender que esta búsqueda de nuevos lazos económicos no solo se explica por el cambio en la coyuntura regional, también se debe a las altas tasas de crecimiento económico del país. Desde el año 2010 hasta la actualidad Bolivia ha crecido a un promedio mayor del 4% anual. Al mantener relativamente constante los niveles de crecimiento prontamente llegará a ser considerada una economía de renta media por lo cual puede dejar de obtener los beneficios concedidos bajo este programa a las economías de bajos ingresos. La Unión Europea y Bolivia cooperan en programas de sustitución de cultivos, por ejemplo de cultivos de coca por café. En el caso de considerarlo como país de renta media este convenio se cancelaría. Por lo tanto, la firma de un acuerdo comercial, en un futuro cercano, le servirá para superar obstáculos técnicos y barreras comerciales para las principales exportaciones hacia el mercado europeo (minerales, quínoa, cacao y castañas).
A razón de todo lo mencionado, el apoyo al acuerdo MERCOSUR-UE luce sensato. Además de posibilitar la reducción de la dependencia de la alicaída demanda brasilera y argentina, abre la posibilidad de realizar cadenas productivas y exportar en conjunto con los otros miembros, teniendo en cuenta que Bolivia es primordialmente una economía productora de materias primas. La posición oficial, tanto desde la Presidencia, Cancillería y Ministerio de Comercio, deja en claro que el convenio fortalece la integración en un momento en el que “se está cuestionando el sistema multilateral”, mediante guerras comerciales, como es el caso de Estados Unidos y China. En definitiva, Bolivia se está adaptando a las nuevas reglas de juego con el objetivo de mantener su inserción regional e internacional.
*Agustina Garino es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad del Salvador(USAL), Magíster en Integración Regional por la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF) y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Referencias
- Díaz Arnaud, Oscar. Entrevista a Fernando Mayorga. (7 de abril de 2019). Correo del Sur. Recuperado de https://correodelsur.com/ecos/20190407_hay-riesgo-de-crisis-de-representacion-politica.html
[1] La constitución del Estado plurinacional de Bolivia fue aprobada en el año 2009 y establece en su artículo 168: “El período de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. Con el objetivo de modificar este artículo y permitir la cuarta candidatura presidencial de Morales se llamó a un Referéndum Constitucional el 21 de febrero de 2016. El “No” ganó con algo más del 51% de los votos, mientras el “Sí” obtuvo algo menos del 49% de votos restantes. Sin embargo, la Corte Suprema permitió que se presente como candidato en las elecciones de este año.
[2] Brasil es el último país que debe aprobar a través de su parlamento la adhesión plena de Bolivia en el MERCOSUR. Hasta que no se efectué este paso, Bolivia tiene derecho a participar en las reuniones oficiales pero no tiene voto.