Por Sofía Scasserra*
Hay un mito popular entre los que saben sobre comercio internacional de que “la OMC está muerta” porque “hace años que no regula nada”. Si bien es real decir que hay dificultades en el sistema multilateral principalmente por ser esa su naturaleza, la OMC está más activa que nunca. Y el último Foro Público de la OMC lo demostró con muchísima fuerza, dejando entrever un entramado de relaciones de fuerzas que tendrán su correlato histórico en el futuro y moldearán la economía en los años por venir.
Entender lo que ocurre en la OMC es complicado y por momentos marea al que se quiere interiorizar. Por este motivo es que trataremos de ser breves e ir a los debates más influyentes en torno a la economía digital.
Este es, decididamente, el gran tema que se debate hoy por hoy en la OMC. Esta agenda se está negociando a nivel plurilateral y el argumento para convencer países a entrar a la negociación es: ¿vas a ser hacedor de normas o tomador de normas?. Y en este aspecto es importante destacar que la mayoría de los países no están en condiciones de elevar propuestas debido al desconocimiento en la temática.
Se mencionan la eficiencia, el abaratamiento de costos, el acceso de las pymes a los mercados. Más digitalización implica más modernización de tu aparato productivo, más capacidad exportadora, y más posibilidades de crear entornos propicios para la invención y las nuevas empresas unicornio en start ups. Todo eso es cierto. Por ende, la respuesta, según los impulsores de la negociación, debe ser más desregulación, más apertura, menos tarifas, menos impuestos.
El deseo de las grandes potencias en la OMC es un comercio electrónico libre de tarifas aduaneras e impuestos. La respuesta, según ellos, es cobrar impuestos a nivel doméstico. La realidad es que el efecto para el consumidor de un impuesto en aduana o de un impuesto interno es exactamente igual. El precio sube no importa donde se pague el impuesto. Entonces ¿por qué quieren que se cobre al momento de la compra en forma de impuesto al valor agregado y no en frontera? La respuesta es clara. Quieren acceso a los mercados y no beneficiar al consumidor. Quieren ingresar a tu economía y competir con la industria nacional hasta ganarle.
El impulso del comercio electrónico en la OMC beneficiaría a las Pymes y a las mujeres, dicen ellos. Dándoles mayores oportunidades a ambos grupos, logrando acceso a mercados e igualdad de oportunidades. Nada más utópico e idealista. Lo cierto es que las actuales reglas de comercio global no han beneficiado a las mujeres que en el mundo se dedican mayormente a agricultura y servicios. Son las que tienen menos alfabetización digital y acceso a la tecnología. De hecho aún las mujeres que sí han logrado ser empresarias, se especializan en servicios menos exportables. Al incentivar la agenda de comercio electrónico en la OMC con la excusa de ayudar a las mujeres, básicamente estamos diciendo que las campesinas y mujeres más relegadas de la sociedad tienen que seguir soportando reglas de comercio injustas con productos agrícolas subsidiados en el norte global y estados cada vez más desfinanciados que no pueden operar políticas públicas y que tampoco tienen los datos para diseñar esas políticas de manera certera, para ayudar a las mujeres del norte global a que logren exportar, dado que tienen el nivel educativo y el acceso a la tecnología (además de no poseer barreras en el lenguaje) y logren la igualdad de género en esos países.
Las pymes demás está decir que si bien son la segunda gran excusa, una vez más las diferencias son abismales. Una PYME en una nación rica es una mega empresa para una nación pobre. En efecto, en el sur global, todas las empresas son pymes. Estas empresas encuentran dificultades para exportar por los requerimientos legales, barreras sanitarias y estándares, además de barreras culturales e idiomáticas. Muchas veces competir contra el resto del mundo resulta imposible, debido a la enorme exigencia que representa un mercado global y que siempre habrá competidores que estén dispuestos a ofrecer un mejor producto a menor precio.
1.Comercio de datos
La agenda de la digitalización de la OMC se llama inocentemente “Comercio Electrónico” evocando a la compra venta de productos por la web, haciéndola pasar por una agenda comercial. Pero lejos está de serlo en su totalidad.
El gran tema de esta agenda es el comercio de datos. En este sentido, las naciones más poderosas están impulsando la libre movilidad de datos. Esto significa que las empresas que tienen servicios digitales colectan datos y pueden llevarlos y almacenarlos en cualquier lugar del mundo libre de aranceles, sin obligaciones contractuales como presencia comercial, transferencia tecnológica o requerimientos de performance. La excusa, dicen, es porque esto impulsa a que crezca el negocio y se generen externalidades positivas al tener sistemas cada vez más eficientes que las pymes pueden utilizar. Implícitamente están diciendo que dejes de buscar la industrialización digital para convertirte en usuario.
La libre movilidad de datos no implica el libre acceso a los mismos y esto es otro gran tema a tener en cuenta. ¿Cómo diseñar políticas públicas eficientes sin esos datos? ¿Cómo repartir las ganancias de este nuevo capitalismo?. Pero la agenda no termina ahí, y se va tornando cada vez más técnica y difícil de comprender. ¿Cómo los negociadores de los países en vías de desarrollo van a poder presentar propuestas sobre temas tan complejos cuando tienen una multiplicidad de temas a negociar y encima se enfrentan a problemas que aún no son una realidad en sus países? ¿Cómo comprender la dimensión que puede alcanzar el mundo digital si aún no se tiene acceso a internet en la realidad nacional?. Fuerzan a los países a negociar temas que no son de comercio y que son realmente incomprensibles para muchos, dando concesiones ante los países desarrollados sin haber solucionado los problemas del pasado. El colonialismo digital está a la orden del día.
2.El debate de los Códigos fuentes
Los problemas que están generando los programas de inteligencia artificial en diversos sectores hacen necesario un debate en torno a la auditoría de códigos fuentes, a la apertura de los mismos, y que no sean reservados como secreto comercial.
Si los códigos fuentes son públicos, podrían ser fácilmente replicables y desincentivaría la capacidad de inventar. Ergo, eso no está en discusión. Podríamos diferenciar entre acceso, transferencia y apertura del código.
El sesgo algorítmico que afecta particularmente a minorías raciales, sexuales y de género demuestra que a veces es necesario auditarlos para saber si sistemáticamente están generando exclusión social. Si soy una PYME y vendo paraguas, obviamente quiero publicar en un gran portal como Amazon para poder llegar al resto del mundo: ahí están los consumidores. Pero, ¿Cómo se yo que mi paraguas va a aparecer antes que un paraguas más caro y de menor calidad? ¿Puede Amazon fijar reglas para que un paraguas fabricado por Amazon mismo o por una empresa que le paga dinero extra a Amazon aparecer antes solo por decisión de la empresa?. No estaríamos antes reglas justas y la única manera de verificar esto es o teniendo un departamento de investigaciones algorítmicas que mande bots sistemáticamente para ver en cada caso que está sucediendo en cada mercado y con cada producto a una escala suficiente para generar evidencia estadística, o tener la posibilidad de auditar el código fuente.
Otras veces la ley antimonopolios ordena que en caso de que una empresa haya incurrido en prácticas desleales como dumping para quedarse con un mercado, debe transferirle tecnología a su competidor para restablecer las normas de la libre competencia. La transferencia de un código fuente entraría aquí como un caso de transferencia tecnológica.
Ergo, la protección total de los códigos fuentes como secreto de comercio para incentivar la innovación, no es deseable desde el punto de vista social por las externalidades negativas que genera. Protegerlos en la OMC limitaría la capacidad de los Estados de controlar qué ocurre dentro de la caja negra de los algoritmos.
3. Seguridad y privacidad
Esta discusión es sumamente curiosa. ¿Por qué aparece en la OMC? ¿Desde cuándo la seguridad y la privacidad son temas comerciales?.
Las intenciones son no poner requerimientos en cada país en torno a la seguridad de la transferencia de datos en una transacción por la web. Es decir, pago mi hotel en Brasil con tarjeta de crédito, esa información la toma la tarjeta de crédito y la transporta donde quiere de acuerdo a su modelo de negocios. ¿Cuán encriptada viaja esa información?. El argumento dice que si cada país pone su estándar esto resultaría en una barrera al comercio, teniendo que pasar por complicados trámites en cada país, alentando el proceso de las transacciones y resultando en mercados ineficientes. Por ende, la seguridad debería quedar a manos de cada empresa y a sus deseos operativos para que no interfiera en sus negocios.
Este argumento está dejando en manos de las corporaciones la decisión de cuán segura va a ser la esfera digital. Nada más ni nada menos. Con el crecimiento del internet de las cosas (IoT) y la enorme cantidad de datos de la vida privada de los ciudadanos además de datos sensibles, queda a criterio de eficiencia y precio (y abaratamiento de los costos) de la seguridad con la que viajan los datos por la web.
El objetivo es liberalizar todos los servicios digitales y digitalizables en la web, desprovista de normas de seguridad y control estatal. Libre albedrío de las grandes corporaciones en una economía cada vez más incomprensible por el ciudadano común.
Conclusiones
Con la emergencia del Coronavirus en el mundo, todo el tablero cambió. La Ministerial de Kazajistán, que iba a tener lugar en Junio de este año, debió ser cancelada debido a la pandemia global. No obstante las negociaciones continúan por vía virtual sin posibilidad de influenciar en los pasillos a políticos y negociadores. Es momento de actuar de manera nacional.
En medio de esto, la pandemia nos deja ver un año bisagra para el mundo, donde los líderes neoliberales del mundo tienen un desempeño realmente cuestionable y pierden liderazgo y credibilidad. Presidentes como Emmanuel Macron en Francia reivindican la figura del Estado y la salud pública. La población se despierta de un letargo profundo y demanda al Estado respuestas dejando ver la necesidad de servicios públicos de calidad y de la intervención del Estado. China emerge con un modelo alternativo que supo construir, y logró ser un jugador global como nunca.
En el medio de todo este enjambre está la OMC y sus reglas, muchas de las cuales China impulsa y América latina tienen mucho que perder ante ellas. Las inversiones chinas han sabido ser extractivas y una limitación en la capacidad de negociar los pormenores del contrato así como la regulación local en torno a ellas podría ser una fuerte resistencia al desarrollo latinoamericano. La economía digital aún no termina de afianzarse en la región y sus peores efectos aun no son palpables: es momento de hacer reglas. Reglas que marquen la cancha de las empresas de tecnología en nuestros territorios. La falta de acuerdo en la OMC nos deja la puerta abierta para poder regular y establecer estándares antes de que el acuerdo, o la influencia China gane la cancha y marque sus propias reglas, neoliberales corporativas o bajo el modelo capitalista de control estatal
Argentina tiene mucho que perder en las negociaciones que se están impulsando. La idea de que la OMC está muerta solo nos lleva a mirar a un costado y no ver todo lo que se puede perder en los años por venir. La economía del futuro, tanto a nivel comercial como a nivel político está en juego. El desarrollo está en juego. No podemos permitir que nos tiren la escalera al desarrollo una vez más. Urge ver la ventana de oportunidad, regular a nivel local y salir a negociar a nivel internacional a fin de ganar el mejor asiento posible en la economía del futuro.
*Sofia Scasserra es economista, investigadora y docente en el Instituto del Mundo del Trabajo Julio Godio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref). Se desempeña como asesora en temas económicos y de comercio internacional en la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS).