Cooperación Triangular Ambiental: Un Puente para la Asociación UE-ALC

por Juliana Peixoto y María Belén Herrero*

Cuando la experiencia de Costa Rica en construcción antisísmica llega a las islas caribeñas propensas a huracanes gracias a la financiación de la UE, o cuando las innovaciones brasileñas en energía renovable iluminan zonas rurales de Honduras mediante una asociación con Alemania, observamos ejemplos potenciales del impacto de la Cooperación Triangular (CT) en la resolución de desafíos ambientales. Estos casos ilustran los beneficios previstos de la CT, aunque la efectividad de tales iniciativas depende en gran medida de la calidad de la implementación, los contextos locales y la alineación de intereses entre todos los socios involucrados. Este enfoque innovador de cooperación internacional—en el que dos o más países en desarrollo se asocian con un donante tradicional—se ha convertido en una herramienta eficaz para abordar los desafíos ambientales entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe (ALC).

En una era en la que las crisis ambientales trascienden fronteras y exigen soluciones multilaterales, la CT ofrece beneficios distintivos cuando se implementa de manera efectiva: busca conectar la experiencia local con los recursos globales, creando soluciones que aspiran a ser internacionalmente relevantes y localmente apropiadas. Sin embargo, determinar qué significa “apropiado localmente” sigue siendo complejo y a menudo objeto de debate, especialmente cuando múltiples actores con diferentes perspectivas, prioridades y culturas institucionales deben negociar objetivos compartidos. Aunque este enfoque representa una evolución prometedora en la cooperación para el desarrollo que merece un análisis cuidadoso, su éxito depende en gran medida de dinámicas de asociación genuinas, un compromiso a largo plazo de todas las partes y la capacidad para navegar las tensiones inherentes entre las expectativas de los donantes y la apropiación por parte de los países receptores.

El análisis de los datos de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) revela que la CT ha aumentado en las últimas dos décadas, alcanzando un punto máximo entre 2010 y 2017, coincidiendo con una creciente conciencia ambiental global y la consolidación de la CT como una modalidad de cooperación adecuada.

La distribución temática refleja la evolución de las prioridades globales. La gestión de desastres lidera con un 34% de las iniciativas, seguida por la conservación de la biodiversidad (23%) y el control de la contaminación (22%). El cambio climático, que representa el 8% de los proyectos, solo apareció a partir de 2010, lo que pone de manifiesto cómo la CT se adapta a los desafíos emergentes.

El éxito de la CT ambiental UE-ALC descansa en asociaciones estratégicas a ambos lados del Atlántico. México y Chile han emergido como campeones regionales, con experiencia particular en control de la contaminación y gestión de desastres. Brasil, a menudo en asociación con Japón, demuestra una notable versatilidad al abarcar todo el espectro ambiental.

Desde Europa, Alemania se destaca por la evolución de su enfoque: pasó de iniciativas centradas en la contaminación (2006-2014) a un compromiso más amplio con la biodiversidad, el cambio climático y la gestión de desastres desde 2016. España y Japón—como socios tradicionales de cooperación—completan los principales contribuyentes europeos, cada uno aportando experiencia y redes distintivas.

Lo que hace particularmente poderosa a la CT es su capacidad para tender puentes entre lo local y lo global. Los datos de encuestas revelan que el 71,4% de los profesionales considera que el fortalecimiento de capacidades es el principal valor agregado de la CT, mientras que el 62% destaca su éxito en integrar los enfoques locales y globales.

Este enfoque dual genera resultados convincentes. La experiencia sísmica de Costa Rica ahora protege comunidades en toda Centroamérica a través de programas financiados por la UE. Las innovaciones brasileñas en energía renovable llegan a aldeas remotas de Honduras mediante el proyecto apoyado por Alemania “YU RAYA: Energía y Luz para la Vida”. Estos no son simples traslados tecnológicos: son adaptaciones que respetan los contextos locales mientras abordan desafíos globales.

La arquitectura financiera que sustenta estas iniciativas ha evolucionado significativamente. Los fondos de cooperación triangular, identificados por el 76,2% de los profesionales como el principal mecanismo de financiación, ofrecen estructuras flexibles y receptivas. Programas de la UE como ADELANTE2 son esenciales para movilizar recursos sustanciales para la acción ambiental.

La alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) refuerza la relevancia global. A pesar de las lagunas de documentación, los ODS 13 (Acción por el Clima), 11 (Ciudades Sostenibles) y 15 (Vida de Ecosistemas Terrestres) son los más abordados, lo que demuestra un compromiso claro con la Agenda 2030.

Lecciones y Oportunidades

Los datos revelan conocimientos críticos para maximizar el impacto. Desde 2020, se ha producido un cambio notable de acciones individuales a proyectos integrales, reflejando mayor ambición y sostenibilidad. Sin embargo, persisten desafíos de documentación: casi la mitad de las iniciativas carece de datos suficientes sobre objetivos y resultados, lo que limita las oportunidades de aprendizaje y replicación.

Existen oportunidades significativas de expansión en áreas emergentes como la tecnología del hidrógeno verde, la bioeconomía circular y la adaptación basada en ecosistemas. Si bien las agencias gubernamentales dominan la participación, la creciente implicación de instituciones académicas y ONG sugiere un potencial para asociaciones aún más diversas. La participación del sector privado sigue siendo notablemente limitada, lo que representa una clara oportunidad para el desarrollo futuro.

La CT ambiental UE-ALC demuestra cómo las asociaciones regionales pueden abordar eficazmente desafíos globales mediante la colaboración horizontal. La CT genera soluciones que trascienden las limitaciones de la cooperación tradicional Norte-Sur al combinar los recursos tecnológicos y financieros europeos con la experiencia práctica y el conocimiento local de América Latina.

A medida que la degradación ambiental se acelera y los impactos climáticos se intensifican, las lecciones de la cooperación triangular UE-ALC ofrecen una hoja de ruta para escalar acciones ambientales internacionales eficaces y equitativas. La idea clave es profunda pero simple: los desafíos ambientales requieren conciencia global y soluciones locales—la CT proporciona el puente esencial entre estas dimensiones.

Más Allá de las Historias de Éxito

A pesar de su eficacia demostrada, la CT en la gobernanza ambiental enfrenta desafíos importantes que exigen un examen crítico. Aunque innovador, el modelo actual aún corre el riesgo de reproducir patrones tradicionales de cooperación si no se diseña cuidadosamente para empoderar verdaderamente a los actores y comunidades locales.

Un enfoque de CT genuinamente transformador debe priorizar el fortalecimiento de capacidades auténtico por encima de la mera transferencia tecnológica. Esto implica ir más allá de los talleres de capacitación y establecer marcos institucionales duraderos que permitan a las comunidades locales liderar sus propias iniciativas ambientales. Con demasiada frecuencia, los proyectos bienintencionados crean dependencia en lugar de autonomía, dejando a los países beneficiarios como receptores pasivos a pesar de la retórica horizontal.

La inclusión de comunidades locales y pueblos indígenas—que poseen conocimientos ambientales invaluables—sigue siendo inconsistente entre las iniciativas. Los futuros programas de CT deben incorporar enfoques participativos desde el diseño hasta la evaluación, reconociendo que las soluciones ambientales son más efectivas cuando surgen de las comunidades que las implementan y las sienten como propias. Esto requiere pasar de una implementación de proyectos de arriba hacia abajo a un apoyo a iniciativas desde abajo hacia arriba.

Además, la localización de los objetivos exige ir más allá de plantillas universales para definir metas específicas al contexto, que reflejen prioridades locales, valores culturales y realidades ambientales. La adaptación climática en la Amazonía requiere enfoques diferentes a los de los Andes o las islas del Caribe, y sin embargo, muchas iniciativas de CT aún aplican soluciones uniformes.

El Camino a Seguir: Reimaginar la Cooperación Triangular

Para los responsables de políticas y los profesionales, la evidencia es clara: la CT funciona cuando conecta genuinamente la innovación local con la implementación global. Sin embargo, su ampliación requiere cambios fundamentales en el enfoque.

En primer lugar, la CT debe abrazar una verdadera horizontalidad asegurando que todos los socios—incluyendo las comunidades locales—participen como iguales en los procesos de toma de decisiones. En segundo lugar, las métricas de éxito deben priorizar el fortalecimiento de capacidades a largo plazo y la apropiación local sobre los resultados a corto plazo. En tercer lugar, los mecanismos de financiación deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a las necesidades locales cambiantes, en lugar de seguir prioridades rígidas de los donantes.

El futuro de la gobernanza ambiental puede depender de la expansión de estas asociaciones, pero solo si garantizamos que la colaboración horizontal se convierta tanto en el medio como en el fin de la acción ambiental internacional.

La cuestión no es si podemos permitirnos invertir en la CT, sino si podemos transformar este modelo probado en un enfoque verdaderamente inclusivo y de propiedad local para abordar nuestro futuro ambiental compartido.


* Artículo publicado en www.eu-renew.eu

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