Por Leonardo Ramos (PUC Minas)
El pasado 31 de agosto el campo de las ciencias sociales en general ha perdido una figura sin par. Immanuel Wallerstein (1930-2019) es conocido por sus contribuciones a los análisis más estructurales respecto a lo internacional, particularmente en relación a la fundación y desarrollo del Análisis del Sistema-Mundo (ASM). En este sentido, aunque no sea parte del canon, sus aportes inspirados en Marx y en la Escuela de los Annales (a partir de Fernand Braudel) son claramente importantes para el campo de Relaciones Internacionales y la Economía Política Internacional, es así como Wallerstein se presenta como un importante nombre en la crítica al capitalismo y a la globalización neoliberal.
De esta forma, desde la segunda mitad de los años 1970 se percibe la consolidación del ASM como una alternativa analítica para la comprensión de las jerarquías de la EPI. Tal abordaje surge en grande parte como una crítica a la teoría de la modernización, destacando dos cuestiones fundamentales: en primer lugar, los límites del estadocentrismo, o sea, la crítica a la idea de que los Estados sean las unidades operacionales de la sociedad; en según lugar, la crítica a la idea de “ley general de desarrollo”, o sea, que haya etapas necesarias por las cuales las sociedades más retrasadas deberían necesariamente pasar hasta el desarrollo.
El sistema-mundo es caracterizado por una distribución desigual, derivada de la división del trabajo. Así, hay en el sistema-mundo “(…) un todo espacio-temporal cuyo escopo espacial coincide con el eje de la división social del trabajo que integra sus partes constituyentes” (Mariutti, 2004, p. 97). Las actividades más lucrativas se concentran en ciertos espacios reducidos de la economía-mundo, llamados de centro. Y las actividades con ganancias más reducidas son más dispersas, en espacios llamados periferia. Hay así una jerarquización de las actividades a depender de los niveles distintos de cualificación y capitalización, lo que tiene impacto para las ganancias y, consecuentemente, para la transferencia de plusvalía de la periferia para el centro.
Existe también otro importante aspecto para las interacciones en el sistema-mundo: la semiperiferia, que una vez actuado al mismo tiempo como espacio periférico en relación al centro y como espacio central en relación a la periferia, contribuye para la perpetuación del sistema-mundo moderno reduciendo la tensión entre los extremos. Además, la semiperiferia también tiene un rol dinamizador, pues en períodos de crisis económica, algunos países semiperiféricos pueden obtener algunas ganancias y, en función de su constitución híbrida, amenazar en alguna medida, el centro del sistema.
A partir de ello, Wallerstein identifica que hay un cambio sistémico ocurriendo en el sistema-mundo moderno desde los años 1970, con los EEUU perdiendo fuerza como potencia global. Tal crisis contemporánea está ubicada al término del largo ciclo hegemónico (1873-2025/2050), cuyo punto de inflexión se encuentra entre 1967 e 1973. Cuatro marcos capturarían esa debacle: (1) la guerra del Vietnam; (2) las revoluciones de 1968; (3) la caída del muro de Berlín en 1989; (4) los ataques terroristas de 11/09/2001. Todos estos eventos, en una perspectiva conjunta, apuntan para la vigencia de una transición desde la hegemonía estadounidense.
Sin embargo, es importante percibir que, para Wallerstein, la acción humana es fundamental, principalmente en contextos de crisis estructural – a la vez que, en situaciones en las cuales el sistema está estable, él es un tanto determinista. Es en esa perspectiva que, para Wallerstein, las revueltas de 1968 son tan relevantes en términos analíticos como representación de la crisis de la ideología liberal en una escala mundial.
En este sentido, en América Latina Wallerstein es ampliamente conocido y estudiado, tanto por tales discusiones respecto al rol de la agencia política para la resistencia y transformación social – destaco , por ejemplo, en su constante participación en varias ediciones del Fórum Social Mundial –, por el rol de la semiperiferia en la EPI y también porque, así como el debate de la dependencia, el Análisis del Sistema-Mundo si presenta como una crítica a la teoría de la modernización y a las estrategias de desarrollo a partir de políticas de industrialización para sustitución de las importaciones. Seguramente, como teoría, el Análisis del Sistema-Mundo, a pesar de las críticas, aporta importantes elementos para el estudio de las múltiples dinámicas internacionales contemporáneas (Ruvalcaba & Zhang, 2018; Bustamante, 2019), además de hacer especial hincapié respecto a las consecuencias del neoliberalismo, que refuerza cada vez más las jerarquías y la explotación en la escala mundial.
*Para una consulta en detalles respecto a la biografía intelectual de Immanuel Wallerstein, ver el sitio https://www.iwallerstein.com/.
Referencias
- BRUSSI, Antônio José Escobar & MENEZES, Roberto Goulart, “Immanuel Wallerstein e a perspectiva do sistema-mundo”.LIMA, Marcos Costa; RAMOS, Leonardo; VILLA, Rafael (eds.). Teóricos das Relações Internacionais II, no prelo.
- BUSTAMANTE, Juan Pablo Vásquez, “ La variable ambiental en el eje relacional centro-periferia según la perspectiva teórica análisis de sistema-mundo. Un análisis en los roles de América Latina en su relación con los países centrales del sistema mundial”, Estudos Internacionais, v. 7, n. 2, 2019, p. 101-117.
- MARIUTTI, Eduardo Barros, “Considerações sobre a perspectiva do sistema-mundo “, Novos Estudos CEBRAP, n. 69, p. 71-88, 2004.
- RUVALCABA, Daniel Morales & ZHANG, Zhongli, “Football and national power: a theoretical framework applied to China and Argentina”, Estudos Internacionais, v.6 n.3, 2018, p. 26-46. KIELY, Ray. “Dependency and World-Systems Perspectives on Development”, 2010 (2017). Oxford Research Ecyclopedia, International Studies (oxfordre.com/internationalstudies).