La política exterior “de género”: estrategia de inserción internacional argentina

por Geraldina Dana*

La inserción internacional de los países periféricos suele verse limitada por su falta de poder relativo en términos materiales. Por eso, el aumento de su influencia a través de estrategias de soft power (“poder blando”) supone la oportunidad de ocupar espacios de toma de decisión en instancias multilaterales, y volverse líderes en áreas temáticas específicas. La Argentina ya recorrió ese camino en relación a la agenda de Derechos Humanos. Lo que aquí se sostiene es que la agenda de género encierra el mismo potencial de internacionalización en términos de liderazgo.

La Argentina tiene una legislación nacional pionera en materia de género: fue el primer país del mundo en contar con una Ley de Cupo Femenino (Ley 24.012 de 1991); el primer país latinoamericano en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo su territorio (Ley 26.618 de 2010); un país pionero en su ley de identidad de género, encargada de garantizar la igualdad, el respeto y la dignidad de las personas trans, que fue la primera en el mundo en prescindir de la autorización médica y/o judicial para el cambio de género en el Documento Nacional de Identidad (Ley 26.743 de 2012); es el país número veinte en el mundo (de 187 miembros de la Unión Interparlamentaria) por paridad legislativa (Ley 27.412 de 2017) y tuvo dos presidentas mujeres, una de las cuales fuera reelecta. También cuenta con la Ley 27.499 de 2018, que establece la capacitación obligatoria en temáticas de (violencia de) género para todas las personas que se desempeñan en la función pública, es uno de los pocos países del mundo que posee una legislación para promover el acceso al trabajo registrado de las personas travesti/trans (Ley 27.636 de 2021); y también fue el primer país latinoamericano en reconocer las identidades no binarias en el Documento Nacional de Identidad (decreto presidencial N°476/21). Además, en 2020 sancionó la Ley 27.610, que garantiza el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo. En el mismo sentido, instituyó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad en la órbita nacional. Finalmente, a través del decreto 680/2020, se creó el Gabinete Nacional para la Transversalización de las Políticas de Género, cuyo objetivo es incorporar la perspectiva de género en todas las políticas del Estado nacional. Esto es producto tanto de las decisiones de sucesivos gobiernos como de una sociedad civil fuertemente movilizada en torno a la agenda de género.

Ahora bien, los asuntos nacionales y los internacionales son co-constitutivos, no pudiendo haber una historia puramente nacional, ni viceversa (Halliday, 2002: 28). Por ende, se puede detectar que esta agenda de género tiene su presencia –más incipiente- bajo lo que puede denominarse política exterior “de género”. Los enfoques más comprensivos de la misma se encuentran en la “política exterior feminista”, que se define como “un curso de acción externa guiado por el compromiso con la igualdad de géneros y apunta a resolver los graves problemas derivados del patriarcado, la inequidad sexual y la estigmatización de las sexualidades diversas” (Alwan & Weldom, 2017). Suecia fue el primer país del mundo en afirmar que poseía una y aplicarla, a partir de 2014, y le siguieron Noruega, en 2016, Canadá, en 2017, Francia, en 2018, México, en 2020, y España, en 2021. Su fundamento es, por un lado, la coherencia entre la política interna y la exterior, luchando contra las inequidades de género en ambas, y, por el otro, el goce de los beneficios económicos y sociales asociados a las sociedades más paritarias.

Aunque no bajo tal nombre, desde la asunción del “Frente de Todo/a/e/x/s” en 2019, se reconocen iniciativas orientadas por la agenda de género en la política exterior argentina. Este hecho va en línea con lo apuntado por Tokatlian (2018), quien señala un correlato entre gobiernos progresistas (y/o socialistas, socialdemócratas, de centro-izquierda) y la puesta en marcha de una política exterior que contemple estos temas.

La política exterior “de género” argentina incluye tanto acciones al interior del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (MRECIyC) como en los foros multilaterales donde participa el país sudamericano. Dentro de las primeras, se reconoce la re-jerarquización de la Dirección de la Mujer y Asuntos de Género, cuya tarea es “intervenir en la elaboración y en el diseño de políticas, planes, programas, proyectos y objetivos de política exterior relativos a los asuntos de género y la condición y situación de la mujer” (MRECIyC). Dicha Dirección tiene como misión articular su trabajo con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y representar a la Cancillería argentina en la Mesa de Coordinación del Gabinete Nacional para la Transversalización de las Políticas de Género. Sin embargo, cabe señalar que no se presupone la intervención de dicha Dirección en todas las temáticas de política exterior, sino específicamente en aquellas relativas al género. Asimismo, se adoptó una resolución a partir de la cual se comenzaron a utilizar de forma oficial los términos “Embajadora”, “Ministra”, “Consejera”, “Consulesa” y “Secretaria”, que hasta el momento eran empleados como masculinos para las denominaciones escalafonarias (Información para la prensa 048/20, MRECIyC). Finalmente, está la incorporación en 2021 de la “perspectiva de género” a la instancia final de selección de aspirantes a becarios/as del Instituto del Servicio Exterior de la Nación.

En lo relativo a la proyección argentina hacia el extranjero, bajo la administración analizada, se identifican siete instancias en donde la Argentina puso sobre la mesa sus avances en materia de género y su preocupación por cobrar notoriedad internacional en torno a la misma: 1) presentación de la candidatura argentina al Comité de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer; 2) invitación de la Argentina a México a co-presidir el Grupo de Trabajo encargado de implementar los Objetivos para el Desarrollo Sostenible con énfasis en la población LGBTI; 3) co-presidencia del Grupo LGBTI de las Naciones Unidas; 4) decisión de sumarse al Grupo de Amigos por la Igualdad de Género; 5) participación, en 2021, del Foro Generación Igualdad, creado por ONU Mujeres junto a Francia y México para acelerar la implementación de los compromisos mundiales con la igualdad de género, donde la Argentina co-lidera una de las coaliciones de acción del Foro, la de “Autonomía sobre el cuerpo, derechos y salud sexual y reproductiva”; 6) postulación para presidir el Consejo de Derechos Humanos de las ONU, fundamentada principalmente en la política de avanzada que la Argentina posee en materia de género: además de las medidas aquí mencionadas, se hace alusión al Plan Federal contra la Discriminación, al Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Género, al trabajo en las Conferencias Regionales sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, y a la propuesta de incorporación de la perspectiva de género e interseccional en el Examen Periódico Universal que realiza el Consejo cuya presidencia finalmente se consiguió, entre otras –en el documento intitulado Argentina Candidacy to Human Rights Council 2022-2024, Voluntary pledges and commitments to be made pursuant to General Assembly Resolution 60/251, el término gender aparece mencionado en cuarenta y dos oportunidades, tratándose de una postulación de una extensión de diez carillas y media-; y 7) selección del tema “mejora de la situación y condición de las mujeres en los países miembros” dentro de los quince ejes de acción que la Argentina pretende impulsar desde su presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En las iniciativas 2), 4) y 5) confluyó con México, el único país latinoamericano que posee una política exterior feminista así formulada. Dicho Estado, también gobernado por un presidente que integra el Grupo de Puebla, como el argentino, aportó un apoyo clave para que la Argentina presidiera la CELAC.

Esta política también presenta limitaciones e interrogantes. Por un lado, no termina de hacerse claro cómo cubre poblaciones más allá de las mujeres cis-heterosexuales. Por el otro, las tareas de la Dirección a su cargo no se encuentran necesariamente transversalizadas en su mandato. Finalmente, cabe preguntarse por su institucionalización para garantizar una durabilidad que transcienda los gobiernos.

Aunque no todas estas iniciativas posean idéntica relevancia, en su conjunto permiten ver que, aunque la misma no se encuentre formulada en términos de “feminista”, la política exterior argentina reciente presenta una línea de continuidad en los temas de género desde dicha óptica, buscando liderar esta agenda. Causa noble, agenda innovadora, imagen consecuente, fortalecimiento de la relación bilateral con una de las dos grandes economías latinoamericanas –en un contexto de tensión política con la otra, Brasil-, prestigio y poder blando: el feminismo supuso una oportunidad. El gobierno ya había visto en él, a nivel interno, una bandera que podía redituarle en buenos dividendos políticos. Ahora solo restaba exportarla.

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Maestranda en Relaciones Internacionales (Maestría en Relaciones Internacionales, FLACSO Argentina)

Referencias

    • Alwan, C. & S. Weldon L. (2017). “What is Feminist Foreign Policy? An Explanatory Evaluation of Foreign Policy in OECD Countries.” Paper preparado para la European Conference on Politics and Gender de 2017, University of Lausanne, Switzerland.
    • Halliday, Fred. (2002). Las Relaciones Internacionales en un mundo en transformación. Trad. de Mónica Salomón. Madrid: Catarata.

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