Autora: María Belén Herrero1
En los orígenes y devenir de la Cooperación Sur-Sur nos situamos en 1955 en la Conferencia de Bandung en Indonesia, cuyo objetivo era promover la articulación entre países en vías de desarrollo y estimular su propio crecimiento, y que a partir de allí desembocara la construcción de una nueva modalidad de cooperación entre países en desarrollo. Surge como respuesta al desaliento de la cooperación tradicional, y sobre todo como reclamo contra un orden internacional considerado injusto e inequitativo. En este sentido, entre los objetivos y principios de la CSS estará el buscar una convergencia de visiones para cambiar estas reglas del juego de la cooperación.
Un paso trascendente será la aprobación del Plan de Acción de Buenos Aires para Promover y Realizar la Cooperación Técnica entre los Países en Desarrollo (PABA) que se constituirá en uno de los pilares de la CSS, como resultado de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cooperación Técnica entre los Países en Desarrollo (CTPD) celebrada en esta ciudad en 1978. De la firma del Plan, participaron 138 Estados con el objetivo de promover la cooperación técnica entre países en desarrollo a través de una participación horizontal y soberana en las relaciones internacionales que valorara la creciente importancia de las relaciones Sur-Sur.Esta iniciativa se constituyó como un esfuerzo asociativo pionero entre los países del Sur en su reclamo de relaciones internacionales más justas y de un nuevo orden económico internacional. Así, y en el marco del pensamiento decolonial y desde una epistemología centrada en el Sur, la Cooperación Sur-Sur se ha ido consolidando como una herramienta privilegiada para enfrentar las consecuencias que el sistema moderno colonial impone al Sur.
A 40 años del PABA, los países de Iberoamérica han adoptado políticas favorables para la CSS y logrado un nivel de institucionalización que ha permitido desarrollar desde marcos normativos específicos, hasta programas y acciones diversas, como también una creciente articulación entre los distintos actores involucrados. Sin embargo, y más allá de los evidentes avances que los países de la región han podido desarrollan aun enfrentan grandes desafíos para construir una política integral de CSS.
La cooperación internacional es un campo de poder y escenario de disputas entre países en el que se enfrentan actores con diferentes posiciones en la estructura social, y que disponen de medios y finalidades distintas. En este sentido, el paradigma tradicional basado en el flujo unidireccional de la cooperación desde el Norte hacia el Sur ya no puede explicar una realidad que se presenta más compleja, heterogénea e interdependiente. Esta necesidad de cuestionar los principios rectores Norte-Sur y Este-Oeste ha dado lugar a una nueva geografía y una reconfiguración del sistema político. Si bien la Cooperación Internacional, con una renovada perspectiva sur-sur, tampoco está ajena a los marcos de referencia del sistema internacional al que pertenece, puede ser una herramienta de transformación que logre identificar las necesidades de los países de la región, pero en función de sus posibilidades y capacidades. Desde una amplia variedad de enfoques, sectores, mecanismos institucionales y plataformas regionales e interregionales, América Latina y el Caribe, África y Asia han demostrado un renovado y creciente interés en las potencialidades de la CSS.
En este escenario, desde el Área de Relaciones Internacional de FLACSO Argentina consideramos que la Conferencia de Alto Nivel PABA+40 a realizarse en Buenos Aires en 2019 puede servir de espacio de contención y promoción de estas estrategias al permitir vislumbrar las posibilidades para pensar la cooperación sur-sur y el desarrollo sostenible desde un paradigma crecientemente compartido en la región, y por lo tanto mutuamente fortalecido.
¿Qué agenda de cooperación internacional necesitamos para el bienestar de nuestros pueblos y el desarrollo de nuestra región?
La Cooperación Internacional resulta una herramienta fundamental para el posicionamiento a escala global, pero a su vez para la construcción de una agenda del desarrollo de y para la región. En este contexto, en la última década particularmente, la CSS ha representado una herramienta de integración regional e interregional que permitió fortalecer las relaciones entre los Estados, atendiendo a sus necesidades y tomando en cuenta sus complementariedades. Aquí los actores regionales han desempeñado un papel central y los Estados han demostrado que continúan siendo la piedra angular en estos procesos.
En la actualidad, la CSS ocupa un rol estratégico en diferentes esquemas de integración regional en los que participan nuestros países. Así, los países latinoamericanos, a través de distintas iniciativas de Cooperación Internacional y de sus mecanismos de coordinación, han demostrado que pueden avanzar en una estrategia crecientemente coordinada de cooperación basada en las necesidades, capacidades y oportunidades de cada país y de la región. Sin embargo, también cabe destacar que la CSS muchas veces ha tendido a estar construida de manera “adaptativa”, ya sea como una forma de suplir las demandas del norte o como una manera de encajar o de adaptarse en un sistema internacional enormemente competitivo. Nuestra región tiene mucho que añadir en materia de CSS para pensar nuevas estrategias de cooperación que no respondan sólo a las demanda sino que se impulsen a partir de lo que la región y sus Estados tienen para ofrecer y les interesa promover. El análisis debe versar no solo sobre la naturaleza de la cooperación, sino en la finalidad estratégica de la CSS. Para ello la región necesita generar herramientas e instrumentos que sirvan de apoyo para la coordinación de políticas públicas y cooperación entre los países latinoamericanos, por ejemplo, en vistas de los compromisos asumidos en la Agenda 2030, teniendo en cuenta la complejidad de esta agenda y los desafíos que puede plantear la CSS para nuestra región.
La Conferencia PABA+40 puede ser un escenario para discutir estos mecanismos, ya que resulta una oportunidad única para la búsqueda de herramientas de coordinación y cooperación regional y la construcción de una agenda desde y para el sur. Por ejemplo, como antecedentes inmediatos del proceso preparatorio para PABA +40, se destacan el Simposio de Alto Nivel del Foro de Cooperación para el Desarrollo de ECOSOC, Argentina 2017, y la Expo global sobre Desarrollo Sur-Sur 2017, realizada en Antalya, Turquía, el pasado mes de noviembre.Así, en la preparación de dicha conferencia se abre una oportunidad por excelencia para el diseño e implementación de este tipo de estrategias que contemple las fortalezas y desafíos de una CSS más sólida, profunda y pragmática. Esto nos pone frente a la necesidad de repensar los principios de la misma desde un nuevo paradigma, que refleje las necesidades y capacidades de nuestra región, esto es, en perspectiva Sur Sur.
1Área de Relaciones Internacionales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Buenos Aires, Argentina.
Referencias:
- Deciancio M (2016). “El regionalismo latinoamericano en la agenda de Relaciones Internacionales”, en Revista Iberoamericana, Berlín, 16(63):91-110.
- Echart Muñoz E (2016). “Una visión crítica de la Cooperación Sur-Sur. Prácticas, actores y narrativas.” En: Soares de Lima MR, Milani CRS y Echart Muñoz E (Eds): Cooperación Sur-Sur, Política Exterior y Modelos de Desarrollo en América Latina (Buenos Aires: CLACSO, julio de 2016)
- Herrero MB (2017) “Hacia una Salud Internacional Sur-Sur: deudas y desafíos en la agenda regional”. R Ciencia e SaudeColetiva, 22(7):2169:2174.
- Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica (2017). Capítulo I: Hacia los 40 años del Plan de Acción de Buenos Aires: Perspectivas renovadas para la Cooperación Sur- Sur en Iberoamérica
- Surasky J (2017). “Cooperación Sur-Sur en la Agenda 2030 y hacia el PABA+40”, disponible en http://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2017/09/depto_cooperacion_surasky_sur_sur_paba40.pdf
