Por Laís F. Thomaz y Tullo Vigevani*
Cuando buscamos comprender los posibles limites del alineamiento del gobierno de Bolsonaro a la administración de Donald Trump en los Estados Unidos, percibimos dificultades para encontrarlos. Esa dificultad exige explicaciones y un intento por entender cuál sería su lógica. Algunos casos permiten avanzar en ese intento de explicarla. Como veremos en este artículo, las desventajas para Brasil son recurrentes.
La preocupación sobre el posicionamiento de Bolsonaro en adoptar no solo el discurso ideológico, sino también practicas sin fundamento científico en la postura de Trump en la lucha contra el COVID-19, suscita preguntas relativas al conjunto de las consecuencias para Brasil. A la fecha en que fue elaborado este texto, Brasil cuenta con más de 95 mil víctimas fatales. Es responsabilidad del gobierno federal, o, a lo mejor, de la falta de gobierno y de competencia en cualquier área, en este caso, en lo que atañe a la salud. A su vez, también es consecuencia de la aproximación ideológica hacia el gobierno norteamericano. Analizaremos las repercusiones para la política exterior, las cuáles son muy negativas, inclusive en lo que respecta al futuro de estas con los Estados Unidos. Con razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros gobiernos, incluyendo a la Unión Europea, señalan al continente americano como el mayor foco de la pandemia a nivel mundial.
Inicialmente, en un comunicado conjunto divulgado por la Casa Blanca en mayo de 2020, fue anunciada una “cooperación” con Brasil en el área de salud para combatir la pandemia. En ese comunicado, los Estados Unidos se comprometían a enviar 2 millones de dosis de hidroxicloroquina y mil respiradores. Apenas transcurrido un mes, el organismo de los Estados Unidos responsable del control de medicamentos, la FDA, anuncio que revoco la autorización para el uso del derivado de cloroquina e el tratamiento de COVID-19 en ese país. Otra medida que la administración Trump tomó fue la de restringir los vuelos de origen brasileño, justamente a causa de la escalada de casos en este país.
El acercamiento alineado ideológicamente de Bolsonaro no está lejos de la idea de la Doctrina Monroe y de las zonas de influencias de la Guerra Fría. En esa visión, su equipo de economistas entiende que aproximarse a los Estados Unidos es importante por sus beneficios potenciales. Este grupo considera a la estrecha relación con el gobierno de Trump como necesaria y de gran interés para Brasil en términos económicos, estratégicos y políticos. Los valores son parte de esa estrategia. La sugerencia de asesores – más alineados con la política de los Estados Unidos- de apoyar una posible intervención estadounidense en Venezuela, aunque con el argumento de ayuda humanitaria o de acción defensiva – no llevada a cabo – es extremadamente preocupante, además de inconstitucional.
Las iniciativas están relacionadas a la disposición del gobierno de Bolsonaro de demostrar capacidad de alcanzar acuerdos internacionales. Sin embargo, la mayoría de estos acuerdos, hasta el momento, no logró producir resultados positivos concretos para Brasil. El gobierno de Trump, por su parte, fue cuestionado por su apoyo a las demandas brasileñas. No hay nada que indique que las declaraciones de afinidades entre ambos gobiernos produzcan beneficios.
“ACCIONES DEL PALACIO DEL PLANALTO PROFUNDIZARON EL DESGASTE DE LA CONFIANZA INTERNACIONAL DE BRASIL Y PONEN EN RIESGO LAS RELACIONES CON OTROS SOCIOS ESTRATÉGICOS”
Un ejemplo más reciente de la oscilación de la postura de Trump fue la cuestión de la presidencia del BID (Banco Interamericano de Desarrollo). El ministro de economía, Paulo Guedes, en conversación con el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Minuchin, había propuesto a Rodrigo Xavier, expresidente de UBS y del Bank of America en Brasil, para la presidencia del BID. No obstante, los Estados Unidos no apoyaron la propuesta brasileña, ni al argentino Gustavo Béliz que también podía alcanzar el cargo. En su lugar, ellos propusieron a su propio candidato, Mauricio Claver-Carone, ligado al senador republicano del estado de Florida, Marco Rubio. Brasil reculó y actualmente apoya al candidato norteamericano. Lo que se presenta en más de un episodio la prevalencia del “América First”. La ruptura con la tradición de un presidente del BID latinoamericano es interpretada como parte de la guerra comercial con China, explicado por el interés norteamericano en los cambios sistémicos en las instituciones internacionales.
En lo que respecta a esta puja entre Estados Unidos con China, Brasil ya ha tomado posiciones polémicas, realizando ataques y ofensas al gobierno chino, proferidas por el diputado Eduardo Bolsonaro y por el exministro Abraham Weintraub. A su vez, hay una tendencia a rechazar a las tecnologías no desarrolladas por los Estados Unidos, incluso en los campos innovadores y decisivos del siglo XXI, como el 5G, del cual China se erige como el principal exponente. Vale recordar que China es el principal socio comercial de Brasil, siendo el agrobusiness altamente dependiente de las exportaciones de soja a los compradores chinos.
La apuesta de Bolsonaro sería entonces privilegiar las relaciones comerciales con los norteamericanos. El sector privado, especialmente las asociaciones comerciales empresarias, identificaron ese momento como una ventana política para avanzar en su agenda. Sin embargo, esa ansias de ir por un “mini-deal”, o acuerdo de libre comercio, han sido blanco de críticas y discursos opuestos por parte del congreso de los Estados Unidos. Mismo cuando fue cuestionado, en una audiencia de la Comisión de Asuntos Tributarios de la Cámara, el representante comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, declaró que “no tenemos planes al momento para llevar aa cabo un tratado de libre comercio con Brasil”. La mayoría de los demócratas de esa comisión había enviado una carta a la oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos con objeciones a cualquier avance en materia de sociedad económica con Bolsonaro.
Las acciones del Planalto han profundizado el deterioro de la confianza internacional de Brasil y ponen en riesgo las relaciones con otros socios estratégicos, como la Argentina, el resto de los BRICS (Rusia, India, China y Sudáfrica), y la Unión Europea. Los puntos señalados parecen suficientes para indicar que, al menos hasta ahora, Bolsonaro no parece tener límites para seguir a Trump. Desde el punto de vista de los intereses nacionales brasileños, esa falta de limites trae perjuicios directos y de largo plazo.
*Lais F.Thomaz es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Goiás (UFG), Investigadora del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para Estudios de los Estados Unidos(INCT-INEU), y vicedirectora de la Asociación Brasileña de Ciencia Política (ABCP) por la regional Centro-Norte.
Tullo Vigevani es profesor de la Facultad de Filosofía y Ciencia de la Universidad Estadual de San Pablo (Unesp) e investigador del Centro de Estudios de Cultura Contemporánea (Cedec) y INCT-INEU.
** Este artículo fue publicado originalmente en Nexo, el 5 de agosto de 2020. Este informe no refleja necesariamente la opinión de FLACSO Argentina ni del Área de Relaciones Internacionales de FLACSO Argentina.