Paraguay una vez más se cuestiona si Taiwán o China

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Por Tom Long(1), Gustavo Rojas(2) y Francisco Urdinez(3).

Vista desde lejos, la relación entre Paraguay y Taiwán—un estado relativamente pequeño y un estado de facto—es una gran rareza. Esta larga amistad comenzó en el año 1957, producto de la convergencia ideológica y virulentamente anticomunista de Alfredo Stroessner y el jefe máximo de Taiwán, Chiang Kai-shek. Estos países no podrían estar más lejos geográficamente pues están en sus respectivas antípodas.

Paraguay ha sido el único amigo suramericano de Taiwán desde 1988, año en que Uruguay reconoció a China continental. Sin embargo, al mirar con mayor detenimiento se evidencia que la relación entre los dirigentes de Paraguay a Taiwán se ha caracterizado por un afecto profundo y genuino, no tan visible en otras de las relaciones de Taiwán que más bien son reconocidas por la infame “diplomacia de los cheques”. Sin embargo, esta relación de afecto y gran valor simbólico está siendo desafiada por cambios a nivel internacional y, gradualmente, en la política doméstica de Paraguay.

El último 17 de abril, parecía que la pandemia de COVID-19 se transformaría en una amenaza real para la antigua asociación. En una sesión virtual, el Senado paraguayo votó si instaba al presidente a cambiar el reconocimiento diplomático de Taiwán a China. En los días anteriores y posteriores a la votación, el agro paraguayo hizo lobby para que este cambio se concrete, viendo en China un mercado inigualable.

Un argumento crucial para el Frente Guasú, partido de centroizquierda que propuso el proyecto de ley y que tiene al ex presidente Fernando Lugo como líder, era que China podría proporcionar más suministros médicos para ayudar a Paraguay en su lucha contra COVID-19. Oscar Ayala Amarilla, de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay, instaba al gobierno de Mario Abdo Benítez a dialogar con China para solicitar ayuda humanitaria y preparar el país para transitar la pandemia. Los amigos de Taiwán en el Senado paraguayo derrotaron la propuesta, 25 a 16, pero esta fue solo la última ronda de una competencia que se está calentando en Paraguay. A los pocos días, Taiwán donó insumos por 3.2 millones de dólares a Paraguay, y así calmó las críticas de quienes veían en China un donante más valioso en tiempos de pandemia. Semanas antes, había realizado una donación de un millón de mascarillas y 100 mil gorros médicos al Ministerio de Salud de Paraguay. Una dinámica similar está ocurriendo en todo el mundo, con Taiwán que ahora sólo cuenta con 15 socios diplomáticos restantes.

Terminada la votación en el Senado, el ex ministro de Relaciones Exteriores, Eladio Loizaga, criticó el proyecto del Frente Guazú cuestionando que Paraguay “pareciera como que fuéramos un país mendicante”. Es que los países usan la diplomacia económica china como herramienta para obtener mejores concesiones de Taiwán. Manuel Riera, vicepresidente de la Asociación Rural del Paraguay, comentó a ABC Color: “China es ´el mercado´ y nosotros estamos perdiendo la oportunidad”.

Cuando un país otorga reconocimiento diplomático a Taiwán, significa que no mantiene relaciones con China, la segunda economía más grande del mundo y el más grande importador global. Esta elección tiene sus raíces en la guerra civil que arrastró a China durante y poco después de la segunda guerra mundial. Con la victoria de la revolución de Mao en China en 1949, el bando nacionalista, perdedor en esa guerra, huyó a Taiwán, donde mantenía sus pretensiones como el gobierno legítimo de China. El gobierno de Mao, por su parte, insistía que la isla de Taiwán formaba parte integral de China. De ahí surge la peligrosa competencia del estrecho y también la política diplomática de una sola China.

A pesar de que Taiwán tradicionalmente gozaba de múltiples amistades en Centroamérica y el Caribe, Paraguay es el único país de América del Sur que reconoce a Taiwán y no a China. Lo ha hecho desde 1957, y durante ese tiempo los países han desarrollado una estrecha amistad. Inicialmente, el reconocimiento de Paraguay a Taiwán no estuvo envuelto en controversias. Siguió el ejemplo de los Estados Unidos, quien reconoció a Taiwán hasta 1979. Además, tanto Taiwán como Paraguay fueron liderados por virulentos regímenes anticomunistas durante la Guerra Fría, lo que afianzó una fuerte afinidad ideológica de la dictadura de Stroessner con el régimen taiwanés. Sin embargo, con el ascenso de China, desde principios del siglo se viene registrando modificaciones en el status quo regional cuanto a la cuestión taiwanesa. Costa Rica cambió su reconocimiento de Taiwán a China en 2008. En los últimos años, le siguieron Panamá, la República Dominicana y El Salvador. Un proceso similar ha ocurrido a nivel global, con la pérdida del reconocimiento de las Islas Salomón, Kiribiti y São Tomé y Príncipe en los últimos cuatro años. En ese contexto, América Latina sigue siendo una región clave en la estrategia de reconocimiento internacional de Taiwán: 9 de los 15 países que siguen reconociendo a la isla son latinoamericanos. A medida que Taiwán pierde aliados, su aislamiento internacional aumenta y la tentación de reconocer a China entre sus pocos restantes aliados aumenta.

Recientemente, esto se ha puesto de manifiesto en las polémicas relaciones de la isla con la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la actual pandemia. Taiwán exige poder tener una participación en organizaciones internacionales y, de ser posible, un rol de observador en la Asamblea de las Naciones Unidas. China se opone rígidamente a dar el mínimo margen de maniobra a Taiwán. Le quedan 15 países que lo reconocen, y China viene redoblando sus esfuerzos para que Taiwán se quede sin ningún país aliado. Estados Unidos, atento a esta situación, ha comenzado a interferir a favor de Taiwán. En 2019, se aprobó el acta TAIPEI (Taiwan Allies International Protection and Enhacement Initiative Act), que se propone castigar con sanciones económicas a aquellos países que dejen de reconocer a Taiwán y se pasen al bando chino. Hacer que la presencia diplomática de Estados Unidos dependa del comportamiento de un país hacia Taiwán infla la importancia de la isla en la política exterior estadounidense a un grado inédito, pero a un costo y efectividad todavía inciertos. De todos modos, horas antes de la votación en el Senado, el embajador estadounidense en Paraguay, Lee McClenny, celebró en Twitter que Taiwán enviara insumos médicos a Paraguay, en una clara señal política de que se rechaza toda intención dentro del país de reconocer a China. Días después, el propio Presidente Donald Trump realizó un llamado telefónico a su colega paraguayo, anunciándole la donación de 250 respiradores. 

La relación entre Paraguay y Taiwán ofrece una ilustración particularmente útil de la dinámica de esta competencia. Nuestra investigación, recientemente publicada en Foreign Policy Analysis, sugiere que el país sudamericano paga un alto “costo de Taiwán” por su política de reconocimiento. El Paraguay -un importante productor mundial de carne de vacuno y soja- se benefició del aumento de China, aunque la mayor parte de su comercio con China fue indirecto debido a la ausencia de vínculos diplomáticos. Sin embargo, Paraguay no recibió los préstamos, créditos e inversiones que China derramó sobre el resto de América del Sur. Nuestra investigación sugiere que el costo podría haber alcanzado el 1% del producto interno bruto de Paraguay durante el “boom de China”. Esto se está notando crecientemente con la desaceleración económica. Los agricultores y ganaderos paraguayos, temiendo ser excluidos del mercado chino, han aumentado la presión pro-China, al mismo tiempo en que esperan la apertura del mercado de carne de vacuno de Estados Unidos. A fines de 2019, el canciller taiwanés ya había viajado a Asunción para anunciar personalmente la plena liberación del cupo de importación de carne paraguaya. Esta emergente dinámica amenaza con fragmentar aún más los otrora cohesivos círculos de la élite paraguaya. ¿Por qué esta política goza de apoyo, como lo demuestra la votación en el Senado, a pesar de este costo?

Taiwán ha aumentado su ayuda en este entorno competitivo, pero la isla no puede contrarrestar la enorme economía de China. Taiwán sólo puede comprar una cantidad limitada de carne de vacuno y soja paraguaya. Comerciar con China implica triangular las exportaciones, y eso encarece los costos de transporte y reduce las ganancias. Además, China se ha vuelto un actor clave para el comercio y las finanzas de los países vecinos, Brasil y Argentina. Taiwán no puede superar a China en una guerra de inversiones y préstamos, algo que intentó hacer en el pasado. Si bien la diplomacia taiwanesa ha estado atrapada en escándalos de corrupción en el pasado, está claro que la isla ya no puede vender o sobornar más que el continente. La explicación del continuo apoyo paraguayo es más compleja.

Taiwán ha respondido a China prestando atención al Paraguay. Cultiva lazos de amistad con miembros del gobierno, sobre todo dentro del Partido Colorado, personal diplomático, figuras culturales y miembros de la sociedad civil. Las invitaciones para visitar Taiwán son comunes. Taiwán elogia sistemáticamente al Paraguay y su amistad. Taiwán hace que el Paraguay, a menudo eclipsado por sus vecinos más grandes, sea un pez grande en un pequeño estanque. El Paraguay expresa su simpatía por la difícil situación de Taiwán porque su propia identidad nacional está vinculada al hecho de ser acosado por sus grandes vecinos, ya sea en una guerra destructiva hace 150 años o en las negociaciones en curso sobre la enorme represa de Itaipú. Muchos en Paraguay se irritan ante la brusca elección que ofrece China, y prefieren ser uno de los pocos, pero apreciados, amigos de Taiwán, en lugar de perderse entre los muchos que reconocen a China como “país mendicante”, en las palabras del excanciller Loizaga.

Sin embargo, las tensiones en la inusual amistad ilustran por qué Taiwán está perdiendo aliados en América Latina y en otros lugares. También muestra cómo Taiwán puede responder, no tratando de superar a China, sino ofreciendo un reconocimiento especial a aquellos países que estén dispuestos a apoyarlo. Dado el peso de China, este apoyo puede no llegar al reconocimiento diplomático, limitándose  a respaldar la condición de observador de Taiwán en organismos internacionales, por ejemplo. Mientras tanto, los amigos de Taiwán en el Paraguay se enfrentarán a una presión cada vez mayor por parte de quienes preguntan cómo puede el país justificar su no reconocimiento del país más poblado del mundo y nueva superpotencia económica-tecnológica global.

(1) Tom Long es profesor asociado de la Universidad de Warwick, Reino Unido.

(2) Gustavo Rojas es investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya, Paraguay.

(3) Francisco Urdinez es profesor asistente en la Pontificia Universidad Católica, Chile.


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